Y vino el arte




Hace unas publicaciones atrás mencioné que no me gustaba el arte, o que al menos no me llamaba la atención. Pero luego, me imagino que, con el paso de los años, meses, días; como en la mayoría de las cosas, fui cambiando de opinión. Y como también comentaron por ahí, me di cuenta que el arte estaba en todos lados.

El arte no sólo se encuentra en una pieza o cuadro, sino también la forma de hacer las cosas. Está en ese conjunto de habilidades que tenemos para hacer algo que nos apasione o no. Yo no me considero un artista, al menos no de los profesionales; pero me gusta reconocer el arte que hay detrás de las cosas con las que me voy cruzando. Y una de esas cosas es el vino.

Cómo he dicho, no me considero artista, pero tampoco hay que ser un experto para darse cuenta de todo el esfuerzo y la unión de trabajo que debe existir para que un producto sea realmente bueno.

Mis primeros encuentros con el arte vitivinícola, fue a través de mi padre. Le gusta comprar alguna que otra botella para las ocasiones especiales; además siempre que hemos podido, visitábamos las bodegas de Tacama en Ica, Perú. De hecho, la primera aproximación que tuve con todo el proceso que involucra la elaboración del vino fue a raíz de mis visitas a esta bodega. La cual recomiendo enormemente si aún no han ido.

En esta bodega, como me imagino que en otras tantas también, realizan visitas guiadas por todo el establecimiento; además, casi al finalizar la visita, puedes subir al mirador desde donde se aprecia en 360, todo el campo lleno de parras.

Actualmente, me compro botellas de vino para mis viernes de tarde-noche; que para mí es el mejor momento de la semana. Y si no, me voy de catas con Raquel por las angostas calles de la Ciutat Vella de Barcelona, a por más arte.

Y a ti, ¿qué tipo de arte te gusta: dibujos, escultura, ¿textiles…?

Diego Ganoza

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